Poesía, palabras que nos habitan
Mi casa, desde pequeña, fue un nido. Tuve la suerte de aprender muy tempranamente a “anidar”. Crecí en medio de flores en floreros, almohadones de colores, paredes empapeladas, rincones exclusivos para cada una - nidos propios dentro del nido familiar-, de ventanas y puertas abiertas. Pero mi nido fue principalmente construido y habitado de palabras. Palabras que me acunaron, palabras con música que me cantaron, palabras sentidas que me recitaron y palabras que me jugaron. Mi madre, familia de poetas: tíos, abuelos, primos…, ella…todos escribían. Mi padre, familia de patriotas: narrador incansable de relatos, propios y ajenos.
Todo acontecimiento que conmovía el
alma de mamá era transformado en poesía. Y se leían en la mesa tendida.
Sin tiempo
Quisiera vivir los días sin tiempo.
Que siempre fueran chicos mis hijos.
Quisiera este día, un lapso eterno.
Verlos correr con las manos en alto
a mi encuentro, saltando risueños.
Que griten ¡Gano hoy el lugarcito!
Gano el estar de mamá al lado,
pegadita de mamá en sus brazos.
Brazos impotentes de abarcarlos,
y conservar para ellos los besos{
jamás extinguidos. Los lagos
profundos, calmos de sus ojos puros
Las voces alegres, finas, de sueños.
Las risas, enlazadas en cuentos
las princesas, duendes y magos
que pueblan infaltables, días tan cortos.
Daisy Boden Dávalos
Y así fui creciendo, viviendo con un libro de poesía en mi mesa de
luz, compañía, estímulo, profundidad del ser…
Y comencé a escribir en un intento
de ahuyentar tristezas…
Agosto
La bruma cubre el horizonte
Los cerros inmóviles
espían tras el cielo gris.
El sol, obstinado, apenas asoma.
El viento zonda mantiene todo caliente y turbio.
Los marrones parecen estar en movimiento.
Empedernidos verdes, aparecen de vez en cuando.
Sin embargo….
Lapachos, tarcos, ceibos y azahares
dan un toque de color al paisaje.
Hay que sahumar para ahuyentar los males.
Algo está cambiando…
Mis sentidos se agudizan
y apuran a la primavera de mi vida,
en este agosto.
Escribo para calmar tormentas…
La caída.
A Félix
No había contemplado lo suficiente las montañas.
Mujer a quien poco importa donde terminen los caminos.
Como un modo de andar por el cielo,
me bebía la plenitud de la luna en el crepúsculo.
Las rocas del río –compañero de tantas soledades-,
desnudas y sedientas, me traicionan.
Ofrecen un campo de batalla a mi existencia.
El alma se inunda de vacío...
Inerte en la cama,
con el corazón en silencio, empapada de tristeza,
sumida en el
dolor y con el miedo en la puerta,
siento tu pie
en mi costado.
Me pongo sensorialmente alerta.
El alma en remolinos…
Tus ojos se me vienen encima,
atestiguan frescura
¡Allí estas!
Y alzo vuelo…
Escribo empeñada en eternizar instantes plenos…
La chimenea
Apenas el frio invade,
cumplo con la ceremonia cotidiana
que enciende mi alma.
Abajo con las viejas cenizas,
una antorcha para que tenga raíz.
Luego, el papel efímero
abre paso.
Un poco de leña chica
para apurar las llamas
que encienden
los troncos.
Si todo está bien dispuesto,
el fuego arde.
El tiempo se ha detenido
en el reloj de la chimenea…
Sin embargo, preparo el fuego.
La vida llega…
Poesía, palabras que sostienen, voces amigas,
que nos acercan. Palabras para soñar…
Hoy, en tiempos de pandemia y
cuarentena, sigo confiando en el poder de las palabras que nos constituyen. La
poesía viaja a quienes necesitan compañía a través de las redes. Con un grupo
de lectoras susurramos al oído poesías y
cuentos para: un niño antes de dormir, un paciente en el hospital, un abuelo
solo, un docente online, un alumno sin escuela…
(https://anchor.fm/lecturarte
,
https://lecturarte.blogspot.com/search/label/Audiolibros%20Palabras%20para%20so%C3%B1ar
https://www.facebook.com/palabrasparasonar.encasa.9
https://www.facebook.com/voces.quenosacercan.7
)
La poesía y la literatura circulan ofreciendo
ventanas al encierro… ofreciendo calor y alas en un instante eterno.
Cecilia Torres Boden- Integrante de LecturArte – Salta,Junio de 2020
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