Por Marcelo Bianchi
Bustos
En la historia de la literatura hay muchos
autores olvidados o desconocidos a pesar de que alguna de sus obras puede
circular oralmente. Este es el caso de José Sebastián Tallón, el autor de Las Torres de Nuremberg, un libro que
fue publicado en el año 1927 y su importancia radica en que es el primer libro
de poesías para niños de la Argentina, en el que su autor escribe para ellos,
sin idiotizarlos ni tratarlos como adultos, sino como lo que son: niños. Con
anterioridad había publicado la Garganta del sapo que ya contenía
algunas poesías infantiles.
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Editorial Kapelusz |
Su autor nació en Barracas en el año 1904
y murió en 1954. Fue un escritor argentino que puede ser vinculado con el grupo
de Boedo al que pertenecieron otros grandes de la Literatura Argentina y
colaboró con la revista Claridad que fue publicada entre 1926 y 1941. En toda
su obra, y particularmente en Las Torres de Nuremberg se hacen presentes las
descripciones y las imágenes que permiten que al leer el texto (o escuchar por
medio de la voz de otra persona), el lector se imagine lo que lee o escucha.
Esto sucede cuando se está frente a una obra literaria que hace un uso estético
del lenguaje, es decir que las palabras construyen imágenes que a su vez
posibilitan al lector que se las imagine libremente.
El libro comienza con una advertencia
preliminar en la que el autor explica que lo que él llama Núremberg no es la
ciudad alemana, sino otra ciudad con el mismo nombre que le fue dada a conocer
cuando era niño por medio de los cuentos y en su imaginación que hacía que
viera un ciudad en las nubles o en el cristal del botellón de agua. Desde lo
estructural el libro se encuentra ordenado en cuatro partes: Las torres de Nuremberg,
Juguetes, Una vez había un tesoro y Otros cuentos.
En su libro hay muchos poemas y cuentos, tal
vez el más conocido y que forma parte, más allá del tiempo, del repertorio de
muchos docentes es El sapito Glo Glo Glo:
Nadie sabe dónde
vive.
Nadie en la casa lo vio.
Pero todos escuchamos
al sapito: glo... glo... glo...
¿Vivirá en la chimenea?
¿Dónde diablos se escondió?
¿Dónde canta cuando llueve
el sapito Glo Glo Glo?
¿Vive acaso en la azotea?
¿Se ha metido en un rincón?
¿Está abajo de la cama?
¿Vive oculto en una flor?
Nadie sabe dónde vive-
Nadie en la casa lo vio.
Pero todos escuchamos
al sapito: glo... glo... Glo...
Nadie en la casa lo vio.
Pero todos escuchamos
al sapito: glo... glo... glo...
¿Vivirá en la chimenea?
¿Dónde diablos se escondió?
¿Dónde canta cuando llueve
el sapito Glo Glo Glo?
¿Vive acaso en la azotea?
¿Se ha metido en un rincón?
¿Está abajo de la cama?
¿Vive oculto en una flor?
Nadie sabe dónde vive-
Nadie en la casa lo vio.
Pero todos escuchamos
al sapito: glo... glo... Glo...
Llena de
musicalidad y de ritmo, esta poesía es una invitación a jugar y a disfrutar (¿no
es este en realidad el propósito de trabajar con la poesía en el nivel inicial,
tal como lo ha señalado María Elena Walsh?). ¿A quién alguna vez no le llamo la
atención el canto de un sapo y lo ha buscado? Según cuenta la especialista F.
Schulz de Mantovani, una niña lectora de apenas seis años le escribió a la
poeta diciéndole: “Escribo para decirle que yo sé dónde está el sapito. Está
escondido atrás de un hongo en el jardín”.
Aparecen canciones de cuna, como por ejemplo la Canción del niño que
vuela:
El niño dormido está,
¡y qué sueño está soñando!
¿Qué sueña? Sueña que vuela.
¡Qué bien se vuela soñando!
Abre los brazos, los mueve
como un ave, y va volando...
¿Qué sueña? Que no es un sueño.
¿Qué bien se sueña volando!
En la cuna quieto está.
Pero sonríe, soñando.
¿Qué sueña? Que vuela, vuela.
¡Qué bien se vuela soñando!
Los juegos de palabras, los retruécanos
que se hacen presentes repitiendo lexemas, pero con cambios en el significado
están todo el tiempo presentes en la obra. El motivo tradicional del sueño se
hace presente pero esta vez para saber qué sueña un niño.
Por momentos se evidencia en esta obra
algo de angustia y en todo momento la voz de los niños para describir imágenes
con una belleza exquisita. La belleza de las cosas simples está presente y en algunos
momentos una cierta denuncia social ante la desigualdad. Por ejemplo hace un Elogio de la muñeca de trapo en el que la caracteriza como la primera muñeca que
existió, que es muy viejita y que es la madre de todas las muñecas. En esta
poesía aparecen juegos infantiles:
Y le cantamos el arrorró,
Y la mecemos en los brazos,
Y le hicimos la cuna, la cuna más pobre,
Que es también, como ella, de trapo.
La acostamos vestida para no
despertarla,
Mientras dice la nena que ha de ir al
mercado
Para comprar azúcar, y una ollita
Donde le hará bombones para su cumpleaños.
Como adelantándose a otros textos literarios
más contemporáneos, Tallón propone su versión de Caperucita (que nunca es
tenida en cuenta cuando se trabaja con versiones del cuento tradicional, no por
falta de calidad sino por desconocimiento) que se llama Resurrección de Caperucita Roja en la que propone una resolución
distinta, un final feliz a la conocida historia. Aquí el lobo las termina
escupiendo a la niña y a su abuela debido a que tomó algo tan amargo que les
permitió que volvieran a la vida.
Si bien a lo largo de toda la obra aparecen
algunos elementos vinculados con la función que tenía la literatura para niños
en esa época que era de tipo didáctico – moralizante, al final hay una poesía
llamada El Nudo.
“Para acordarte de algo lindo
No hagas un nudo en el pañuelo,
Porque el recuerdo que así guardas
Lo has lastimado al retorcerlo.
Y vendrá un día, ya verás,
Que aprovechando tu silencio,
Pondrán un nudo en tu garganta
Para vengarse, los recuerdos”
Como se puede ver en esta última estrofa,
el uso del hipérbaton sirve para destacar, colocando en último lugar, a los
recuerdos.
Se trata sin dudas de un libro fundante de
la literatura infantil que puede ser recuperado y disfrutado por docentes y
niños.
Nota: Todas las citas
corresponden a la siguiente edición: Tallón, José Sebastián (s/f) Las torres de Nuremberg. Versos para niños,
Buenos Aires: Editorial Kapelusz.
Marcelo
Bianchi Bustos: Especialista Superior en Literatura
Infantil y Juvenil y Dr. en Literatura Comparada. Se desempeña como Profesor de
Literatura para Niños en el Instituto Superior del Profesorado en Educación
Inicial Sara C. de Eccleston.
Qué importante es también volver a las fuentes de autores clásicos, en el afán de difundir la LIJ.
ResponderEliminarMuy buen artículo y rescate de un autor poco leído en estos días!!
ResponderEliminarTengo exactamente esa edición del libro, pertenecía a mi abuelo quien fue profesor de literatura y luego paso a mi mamá que me lo leía cuando yo era chica. Mis primeros recuerdos sobre cuentos son de este libro que amo tanto y recupero ahora que soy estudiante del profesorado de educación inicial
ResponderEliminarEsta misma edición perteneció a mi mamá de niña, luego ella me la leía a mi y yo lo hice con mis hijos. Es uno de los mayores tesoros de la familia.
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