POESÍA PARA ACOMPAÑAR LA INFANCIA

Adentrarnos en la poesía infantil, significa recorrer ese largo camino que comienza con el tímido arrullo del vientre materno, transformándose luego en letra y melodía de alguna canción de cuna. Son las Nanas y los Cánticos los que fundieron el caudal de ternura transmitido por las madres y compartido con padres y abuelos, de generación en generación.

Entroncada con la tradición oral y sus manifestaciones estéticas, la poesía aporta sus encantos al sendero de la vida, desplegando sus virtudes esenciales entre el habla y el canto, incentivando en los niños una suerte de movimiento interno que estimula sus potencialidades.

Lía Comitini recitando un poema de Coloreando el Aire
a un niño totalmente concentrado.

Desde nuestra más tierna infancia, la poesía mantuvo viva la llama del corazón y de la mente. En la actualidad – en el contexto de un mundo en crisis - donde se libera gran cantidad de información, existe la enorme responsabilidad de acompañar los procesos de crecimiento y desarrollo. En este sentido, los mediadores de lectura cumplen un rol importantísimo, acercar a niños y niñas la magia de los libros y el gusto por la lectura.

La poesía infantil es una fuente nutricia de saberes, una experiencia compartida, una herramienta del conocimiento y también un gran recurso para que los niños se acerquen a la lectura y aprendan a jugar con las palabras, el ritmo y la profundidad de cada poema. Se trata de un lenguaje de apertura, de posibilidades infinitas, universal e imposible de encuadrar dentro de un solo esquema de significado, pues se refleja diferentemente en cada niño que la escucha, la lee o la interpreta.

A distintas edades, la poesía puede abrir mundos insospechados, estimular la imaginación, la creatividad, y la posibilidad de vislumbrar un mundo interior que reclama ser reconocido y valorado. Los niños necesitan externalizar sus imágenes internas, sus sentimientos, su energía mental, creando y realizando su caudal de emociones; expresarse a través del cuerpo y la palabra les brinda la posibilidad de encontrarse a sí mismos, fortalecer sus cualidades esenciales, construir su personalidad y mejorar las relaciones con el mundo que les rodea.

Lía Comitini

Comentarios destacados acerca del poemario Coloreando el Aire.

Lucrecia Coscio:

Escribir dirigiendo el timón hacia las niñas y los niños es volver por el mar de los años hasta los zumbidos de las abejas y los pasitos fugaces de los duendes. Aspirar el aroma de los colores en el aire y ver las gotitas de lluvia despertando a la tierra. Entre las raíces cuadradas y las células procariotas, todavía podemos jugar a las escondidas, olvidar de escondernos y buscar a Lía, que detrás de la luna amasa palabras para hacer poesía. 

Marta Schwarz:

Hay una niña coloreando el aire con palabras dulces, claras, sentenciosas. Resplandece entre las letras y se la puede vislumbrar vestida de novia, de abuela o de amiga, pero siempre alimentando los pájaros de la esperanza. Quien se dé permiso para jugar con ella terminará con los bolsillos llenos de candor. 

María Belén Alemán:

La única condición para entrar a este libro de poemas para niños y no tan niños es querer saborear, oler, palpar y mirar los poemas que Lía esparce en el aire. Sus palabras, juguetonas y tiernas, penetran en el alma y nos envuelven con sonrisas cómplices, secretos y guiños traviesos. Por sus páginas anda elegantemente la gata Sissi, la abeja aventurera y los vecinos del barrio. Las palabras tienen olor a tortillas sabrosas y a verde limón. “Coloreando el aire” es un poemario que celebra la vida con mucha alegría. Por eso, cuando uno termina de leerlo… quiere volver a empezar.