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domingo, 30 de mayo de 2021

Reseña del Libro "Lobito por el Camino" de Mónica Rivelli- En: Revista “MIRADAS Y VOCES DE LA LIJ” - Bs.As., N° 30, Mayo 2021 – Coeditada con el Depto. LIJ Dra. Juana Arancibia del ILCH

 Autora : Mónica Rivelli
Título : Lobito por el camino
Editorial : Crivelli Editores
Ilustración : Gabriela Fontana.
Diseño gráfico : Guadalupe Azcárate Peril.
Fecha de publicación : Marzo de 2021.
Lugar: Salta. Argentina

Empezamos a gatear, luego damos nuestros primeros pasos, nos caemos y volvemos a intentar. Caminamos, caminamos sin parar hasta que aprendemos a volar.

Mónica Rivelli

Esta autora ya nos había hablado sobre su idea de recrear la historia de Lobito: un perrito que vivía en el pueblo de San Carlos. Aquerenciado entre la gente del pueblo, también participaba en la marcha de los peregrinos para la fecha del Milagro Salteño. En esa oportunidad se pierde y ahí comienza su odisea para volver a su terruño. La idea nació al principio en forma de cuento, hasta que poco a poco fue germinando la novela, a impulso de creatividad y fuerza emotiva.

¿La lectura de esta novela para niños y por qué no grandes? es polisémica, como toda obra de arte debe ser. Es decir que tiene distintos aspectos desde donde abordarla e interpretarla.

Sin agotar las posibles ventanas de entrada al texto, comenzamos con el contenido de la obra en sí, en relación con los valores que encierra: El coraje, la importancia del terruño y el hogar, la amistad, la fidelidad, la identidad, el cariño, la muerte. Estos valores y temas a veces tan vapuleados y olvidados en la vida vertiginosa del mundo actual, están presentes en el camino recorrido por nuestro amigo. Cuando leemos el relato de Lobito no solo nos adentramos en una hermosa historia, sino que en cierta forma se refleja el ciclo de la vida de las personas, desde los inicios hasta la muerte. Quizás sea una metáfora del recorrido que todos tenemos en este mundo;

 Este camino no es ni más ni menos que el viaje del héroe que sufre privaciones y disfruta también de buenos momentos. Sí, por qué no identificarlo con el héroe que batalla ante las adversidades y encuentra al final cómo volver.   

Así, Lobito llega en su viaje a la caverna, que nos trae ecos del infierno o de lo insondable de la vida, en la que invariablemente caen y resurgen los héroes míticos.

Otra aproximación a esta novela tiene que ver con el cómo, es decir con el discurso que da carnadura a la historia. La integración de forma y contenido es lo que hace a una obra de arte y una de las estrategias literarias es el manejo de la o las voces narradoras.

 En esta, Rivelli, elige la primera persona para el personaje principal, es decir que Lobito es quien narra la historia de su vida. Para eso no es meramente anecdótico que ella haya tenido que estudiar los movimientos, las actitudes y por qué no hasta los sentimientos del perrito. Esto implica un sustancioso trabajo de observación, de ponerse en el lugar del protagonista y del contexto humano y geográfico que lo rodea. Al inicio del libro cito: En la plaza nos encontrábamos con Chico y Furia, que formaban parte de la patota callejera, nos olfateábamos un poco y luego deambulábamos sin rumbo. Ellos me conocían bien, sabían que si no me provocaban, no daba pelea. Algunas veces compartimos el hambre, otros los restos de ricos huesos que encontrábamos cerca de un asador…

Además, el perrito es quien presenta el diálogo de otros personajes y cuando la situación lo amerita o el conocimiento del contexto de tiempo y espacio excede la óptica de Lobito, Mónica Rivelli construye una voz narradora omnisciente; para eso utiliza una tipografía diferente y resaltada.

Esta alternancia de voces narradoras es productiva para desarrollar en los jóvenes lectores una de las competencias literarias que es justamente saber quién narra la historia.

Por otro lado lo que marca un estilo netamente poético son las imágenes y  las comparaciones, como por ejemplo una de las  descripciones,  en la huella n 13: Las casitas de adobe guardaban sus sueños para que el viento no se las llevara, y las nubes como gigantes de acero rozaban los techos de paja.

También es importante el empleo de onomatopeyas que evocan tanto el ladrido del perrito, como los ruidos de una pelea o el tañido de las campanas. Todas estas representadas a través de una gráfica especial. 

Y esto último me lleva a un tema también muy importante en todo libro para la infancia: la ilustración. .

Las imágenes presentan una gran policromía y acompañan, por un lado, el hilo del discurso, y por otro crean una atmósfera especial al utilizar colores fuertes, intensos o suaves y acuarelados según el texto escrito. Veamos, por ejemplo, la misma huella o capítulo 9 que leímos. El texto dentro de la cueva está ilustrado en un azul oscuro, con tintes negros, pero al terminar el último párrafo donde Lobito dice que estaba ya fuera de peligro, el color de esa página es diáfano, con matices verdes muy suaves.

Y es así que tanto escritura, ilustración y diseño de Lobito por el camino van orientados en un mismo sentido que es el de lograr el efecto que todo buen libro debe provocar: reflexión y emoción estética.




Salta, abril de 2021
Profesora María Luisa Dellatorre