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lunes, 21 de febrero de 2011

HOMENAJE A MA. ELENA WALSH: UN PUENTE ENTRE GENERACIONES

Ma. Elena Walsh ya no está entre nosotros, es cierto, pero quedan sus libros, sus canciones, sus personajes conmovedores e inolvidables. Queda su palabra comprometida con su tiempo y su gente que la llevó a elegir exiliarse en París junto a Leda Valladares para poder cantar y decir libremente. No obstante, volvió a su país por amor a su pueblo, a sus jóvenes lectores, a su público de siempre y al nuevo. Porque Ma. Elena fue y será un puente entre diferentes generaciones. ¿Quién no ha tarareado alguna vez sus temas? Pasó su infancia en un gran caserón rodeada de rosales, limoneros, naranjos, con gallineros, gatos y patios. Un mundo fértil para abonar su increíble imaginación, su fuerza creadora, su frescura, su picardía y sus juegos lingüísticos.

Al momento de escuchar la noticia de su muerte comenzaron a desfilar por la casa El mono liso bailando el Twist en el País del no me acuerdo, mientras la Reina Batata temblaba de miedo en la cocina y la tortuga Manuelita partía en busca de su novio. En mi jardín floreció “una flor y otra flor celeste del jacarandá”, a lo lejos escuchaba a la vaca de Humahuaca rumiar su lección y Osías, el osito era invitado a tomar el té con tetera de porcelana que no se ve, “yo no sé por qué”.También aparecieron el elefante Dailan Kifki,  Doña Disparate, Tutú Marambá, los locos animales del Zoo y los divertidos personajes de Gulubú. Basta abrir un libro de Ma. Elena o escuchar alguna canción para querer seguir haciéndolo, señal de que está y estará siempre viva entre nosotros, con sus ojos transparentes y su valiente sonrisa. Sus poemas, obras de teatro, ensayos, cuentos y canciones seguirán dejando huellas, trascendiendo fronteras y generaciones.
 

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